LA PASIÓN DEL JOVEN ERIC. Capítulo 2

Su padre, Leonardo, era un hombre conocido en la zona por su gentileza y bondad con la gente. De joven le tocó combatir en la Guerra de Cuba, dejando a su esposa en “estado”, no pudiendo estar presente en el nacimiento de su vástago. A su regreso, heredó de sus antepasados un viejo cortijo llamado El Castillejo. Se trataba de un caserón situado en la cima de un empinado cerro, donde habitaban seis familias más. Junto a la entrada había una era, donde trillaban trigo tras la siega a principios de verano. Primero echaban el cereal, y mediante un caballo y un artilugio llamado “trillo” lo pisaban para separar el grano de la paja.
Los mayores permanecían sentados en el umbrío porche de la casa, resguardados del pesado y asfixiante calor, mientras que los niños correteaban intentando coger algún pajarillo.

Uno de estos niños era Eric, el cual sentía especial devoción por las viejas historias que contaban los ancianos. Se solía sentar en los fatigados pies de su abuelo, mientras éste le hablaba de un gran tesoro que había escondido en una cueva de un barranco, llamado el “Barranco del Lobo”. Narraba que Boabdil, antes de dejar Granada, había mandado enterrar parte de su oro y joyas en este lugar, con la esperanza de que su pueblo volviera alguna vez a estas tierras, y reinara de nuevo.
Así mismo, la leyenda decía que toda persona que había osado a entrar en la cueva, había sido devorada por un hambriento lobo negro.

1 comentario:

  1. Preciosa segunda parte narrada con exquisita prosa que hace desear la lectura de una tercera.
    Enhorabuena
    Un beso

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