Oda al color verde

Cuando la tierra fue calva y callada, silencio y cicatrices, extensiones de lava seca y piedra congelada, apareció el verde, el color verde, trébol, acacia río de agua verde.

Se derramó el cristal inesperado y crecieron y se multiplicaron los números verdes, verdes de pasto y ojos, verdes de amor marino, verdes de campanario, verdes delgados, para la red, para las algas, para el cielo, para la selva el verde tembloroso, para las uvas un ácido verde.

Vestido de la tierra, población del follaje, no sólo uno sino la multiplicación del ancho verde, ennegrecido como noche verde claro y agudo como violín verde, espeso en la espesura, metálico, sulfúrico en la mina de cobre, venenoso en las lanzas oxidadas, húmedo en el abrazo de la ciénaga, virtud de la hermosura.

Ventana de la luna en movimiento, cárdenos, muertos verdes que enrojecen a la luz del otoño en el puñal del eucaliptus, frío como piel de pescado, enfermedades verdes, neones saturnianos que te afligen con agobiante luz, verde volante de la nupcial luciérnaga, y tierno verde suave de la lechuga cuando recibe sol en gotas de los castos limones exprimidos por una mano verde.

El verde que no tuve, no tengo ni tendría, el fulgor submarino y subterráneo, la luz de la esmeralda, águila verde entre las piedras, ojo del abismo, mariposa helada, estrella que no pudo encontrar cielo y enterró su ola verde en la más honda cámara terrestre, y allí como rosario del infierno, fuego del mar o corazón de tigre, espléndida dormiste, piedra verde, uña de las montanñas, río fatuo estatua hostil, endurecido verde.

Pablo Neruda

2 comentarios:

  1. Bellísima foto y precioso poema de Neruda que lo acompaña.
    Un bEso

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  2. Ese verde intenso es una maravilla, el desenfoque de primer plano muy bien conseguido.
    Felicidades.
    Besos

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